El matrimonio es diferente a cualquier otra relación porque son dos personas que se unen para formar algo completamente nuevo: una nueva familia donde antes no existía una. Para las parejas católicas, el matrimonio se llama “una alianza de toda la vida”. Eso significa que dos personas con igual dignidad dan su vida entera como un regalo al otro. Dan todo sobre sí mismos - todas sus esperanzas y sueños, todos sus recuerdos y experiencias de vida, toda su genética, todas sus buenas cualidades y no tan buenas cualidades, su pasado, presente y futuro - ¡todo!
En realidad, “casarse” es un proceso que lleva meses, o más a menudo, años. La unidad es el objetivo, pero la realidad es que una unión saludable requiere una separación saludable. Sólo dos personas enteras, pueden encontrar la verdadera intimidad. Las parejas, en efecto, prometen crecer y envejecer juntas, estar de acuerdo y en desacuerdo con esta persona por el resto de sus vidas.
Cuando se les pide que expliquen el secreto de un matrimonio feliz para toda la vida, las parejas experimentadas dirán que no podrían haberlo logrado por sí mismas. Es sólo con el amor y el apoyo de su familia, amigos y comunidad de fe, y la gracia ilimitada de Dios, que las parejas pueden alcanzar esa unidad en el matrimonio que todas las parejas desean. ¡Convertirse en miembros activos de una comunidad parroquial católica puede marcar la diferencia!
“…in joining their lives, the spouses assume an active role in a lifelong project. Their gaze now has to be directed to the future that, with the help of God’s grace, they are daily called to build…Each must set aside all illusions and accept the other as he or she actually is: an unfinished product, needing to grow, a work in progress. (Amoris Laetitia, #218)
Young love needs to keep dancing toward the future with immense hope. Hope is the leaven that, in those first years of engagement and marriage, makes it possible to look beyond arguments, conflicts and problems and to see things in a broader perspective. It harnesses our uncertainties and concerns so that growth can take place.” (Amoris Laetitia, # 219)