Lo que sea nuestra política, el lado que hayamos escogido, por quien votáramos, estamos llamados de nuevo a orar por nuestro país y sus líderes de que el Dios Todopoderoso siga bendiciendo los Estados Unidos de América y su pueblo con Su gracia, sabiduría, dirección y protección tal como lo ha hecho por nuestra historia.
Que Dios inspire nuestra nación, nuestro presidente actual, nuestro nuevo presidente y todos los elegidos que nos sirven en oficios públicos, para que se comprometen profundamente a respetar la vida en todas sus etapas, desde la concepción a la muerte natural; superar el racismo y resolver las tensiones e injusticias que nos dividen; apartarse del mal y hacer el bien; buscar la paz y seguirla (Salmos 34:14); fomentar y proteger nuestra libertad religiosa y cuidar a los demás como hijos de un Dios que nos ama.
Con la esperanza que ha caracterizado nuestro país desde su principio; “Con malicia hacia nadie, con caridad hacia todos, con firmeza en lo correcto, como Dios nos permite ver lo que es correcto” (Segundo discurso de toma de posesión presidencial de Abraham Lincoln pronunciado el 4 de marzo de 1865), sigamos adelante con una gratitud alegre por nuestro pasado, determinación en nuestro presente y oración sin cesar por nuestro futuro.
Que María, nuestra Madre Inmaculada y Patrona de nuestro país, nos mantenga en sus brazos tiernos y nos lleve al corazón de su Hijo Divino, nuestro Señor Jesucristo. Amén.