La Palabra de Dios nos recuerdo a cada uno de nosotros en el Libro de Isaías: “Mi siervo eres tú; Yo te he escogido y no te he rechazado. No temas, porque Yo estoy contigo (Isaías 41:9-10)”.
Este domingo, el 25 de abril, es el Día Mundial de Oración por las Vocaciones, un día que coincide con el Domingo del Buen Pastor. Como católicos, se nos pide animar a nuestros jóvenes considerar dedicar sus vidas a seguirlo al Señor Jesús de una manera especial a traves del sacerdocio, diaconado y la vida religiosa… y orar por ellos. Pero, para poder “considerar”, poder “dedicar”, poder “seguir” al Señor, primeramente, hay que escuchar su llamado.
Nos alcanza en los momentos comunes de nuestra vida cotidiana cuando reconocemos algo profundo que nos urge desde adentro a hacer algo más allá con nuestra vida para demostrar el amor increíble que Dios tiene por su Pueblo. Puede ser a través de ayudar a los más necesitados; tal vez a través de enseñar a los jóvenes; quizás es hacer al Evangelio y nuestra fe más concretas a través de nuestro testimonio personal. Hay tantas maneras que la Iglesia nos ofrece para hacer real la gracia y la presencia de Dios en las vidas del Pueblo de Dios. ¿Te llama Dios a una vocación en la Iglesia?
Por supuesto, la vocación del matrimonio cristiano y la vida familiar es un llamado muy hermoso y la Iglesia eleva el Sacramento para la gran mayoría de mujeres y hombres. Para otros, la vida soltera es su vocación. Pero ¿qué lugar mejor existe para que los jóvenes escuchen la voz de Dios que en la familia y hogar católico? El amor de esposos, de madre y padre, de hermanas y hermanos es una motivación y ejemplo del amor que busca Cristo de los sacerdotes, diáconos y religiosos consagrados.
El papa Francisco nos ha dicho que “una vocación fluye del corazón de Dios y florece en la tierra fértil del pueblo fiel… (es) primera y primordialmente un llamado a amar, un amor que nos atrae y nos saca de nosotros mismos”.
Dios llama a gente del pueblo, común, buena y fiel a amarlo a Él y a otros de una manera extraordinaria como un sacerdote, diacono o religioso consagrado. Responder con un “sí” significa sacrificarnos, claro, pero casi toda que vale la pena en la vida también nos llevan a algún sacrificio.
Si piensas que tal vez tengas una vocación en la Iglesia, ora sobre eso… habla con alguien sobre eso. Si crees que alguien que conoces tenga una vocación en la Iglesia, díselo, sugiéreselo… compártele este artículo. Muchas veces en mi vida, al preguntar a jóvenes sobre una posible vocación, me han respondido que “nadie me preguntó nunca”. Pues, Dios te pregunta… la Iglesia te pregunta… tu obispo te pregunta.
Si en algún momento hayas pensado en la idea de una vocación, visita nuestro sitio web: www.godiscallingyou.org. Otro buen sitio es www.vocationnetwork.org. No temas averiguar o investigar.
Algunas personas preguntarán, “¿quién querrá ser sacerdote, diácono, hermana o hermano religioso?” en estos tiempos difíciles en la Iglesia. Yo sugeriría que nunca ha existido mejor momento, ningún momento más crítico, para que personas de buena voluntad se asomen para hacer una diferencia. Me hace recordar al cantante Billy Ocean en los 80 quien cantaba “when the going gets tough, the tough get going” que es decir que cuando los tiempos se hacen difíciles, las personas fuertes se asoman”. Verdad en los años 80 y verdad ahora. El signo de que el Espíritu Santo esté trabajando en la vida es la alegría y la paz. Contemplemos eso.
El gran autor espiritual y monje, Tomás Merton una vez escribió algo que me ha hablado fuerte en cuanto las vocaciones: “Una persona sabe que ha encontrado su vocación cuando deja de pensar en cómo vivir y comienza a vivir”. Si no tú, ¿quién? Si no ahora, ¿cuándo?