La tragedia devastadora en Pittsburgh y la pérdida incomprensible de vida en la Sinagoga Árbol de Vida lo hace recontra claro una vez más que los efectos del odio y la violencia nos sentimos cada uno de nosotros aquí en casa y por el mundo.
El odio y la maldad que genera, sin embargo, no pueden ser las cosas que nos unen en la sociedad – la fe y el amor que la promueve deben ser las cosas que nos unen como hermanos y hermanas de un Dios tierno. Como católicos, nos unimos en oración profunda por las personas que se han muerto y por las personas que ahora están de luto.
Que Dios nos de la fuerza para que alcancemos uno al otro como hermanos frente a esta tragedia y para comprometernos más profundamente a rechazar al odio y la violencia que buscan separarnos.