Ciudadanos que son católicos bautizados en Estados Unidos tienen “doble ciudadanía”, una con el país y una con la Iglesia Católica. Aunque sean distintas, las dos existen de manera unida en cada ciudadano estadounidense bautizado.
La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (conocida como la USCCB por sus cifras en inglés) recuerda a los católicos estadounidenses, como ciudadanos de este país, que nosotros votamos y que, como ciudadanos estadounidenses católicos, nosotros votamos conscientemente porque somos personas de fe.
La obligación de la Iglesia de participar en la formación del carácter moral de la sociedad es un requisito de nuestra fe (USCCB, Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles, núm. 9).
En la Tradición católica, el ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral … tiene sus raíces en nuestro compromiso bautismal de seguir a Jesucristo y dar un testimonio cristiano mediante todo lo que hacemos (ibid.. núm. 13). Más temprano este año, el papa Francisco habló con un grupo de obispo estadounidenses reunidos y los aconsejó:
Enseñen a su pueblo a discernir por el ejemplo de ustedes de distanciarse de ‘la política’. Si se alejan y dicen ‘pero aquí son unos asuntos morales grandes que nos afrontan’, eso es lo más importante (Papa Francisco a la región episcopal X de la USCCB, Ad Limina, 20 de enero, 2020).
Sin duda, ese consejo cuadra con el Código de Derecho Canónico de la Iglesia Católica y con la norma en Estados Unidos. Claramente, los obispos y los clérigos tienen un derecho a sus opiniones en asuntos políticos y un derecho de expresarlas. No deben predicar sus ‘opiniones’ desde el púlpito, sin embargo, ni de cualquier otro ámbito ‘oficial’ y deben evitar participar activamente en ningún partido político. Eso incluye el respaldo público de algún candidato político.
Entonces, ¿cuál es el rol del clérigo ordenado cuando se acerca las elecciones?
… los obispos no tenemos la intención de decir a los católicos por o contra quién votar. Nuestro objetivo es ayudar a los católicos a formar sus conciencias de acuerdo con la verdad de Dios. Reconocemos que la responsabilidad de tomar decisiones en la vida política recae en cada individuo a la luz de una conciencia debidamente formada, y que la participación va mucho más allá del hecho de depositar el voto en una elección en particular (USCCB, Formando conciencias para ser ciudadanos fieles, 2020, núm. 7).
Los obispos, y el clérigo ordenado que colabora con ellos, participan en la misión tripartita de la Iglesia Católica de “enseñar, gobernar, y santificar” al Pueblo de Dios. En cuanto los asuntos políticos o temas que tienen que ver con la fe, el moral, y el bien común, los obispos y clérigo ordenado tienen una responsabilidad real de ejercer su oficio de enseñanza sea en la Iglesia o ‘en el ámbito público’. Eso no es lo mismo que participar en la actividad política ni respaldar a candidatos particulares políticos “en el nombre de la Iglesia”.
Dado que, como noté arriba, los ciudadanos estadounidenses católicos – los obispos, clérigo ordenado y fieles laicos – estamos llamados a “votar conscientemente porque somos personas de fe”, y porque los obispos y clérigo ordenado participan en la misión formadora de la Iglesia, es apropiado que ellos apoyen a los católicos a desarrollar su conciencia y entender lo que la Iglesia enseña en cuanto los áreas de fe, moral, y el bien común para que hagan decisiones que sean consistentes con su fe católica.
El clérigo y laicos se complementan en la vida pública. Nosotros obispos tenemos la responsabilidad principal de transmitir la enseñanza moral y social de la Iglesia. Juntos con los sacerdotes y diáconos, apoyados por los religiosos y líderes laicos de la Iglesia, tenemos el deber de enseñar los principios fundamentales morales que ayudan a católicos a formar sus conciencias correctamente, de proveer dirección sobre las dimensiones morales de las decisiones públicas y de animar a los fieles a llevar a cabo sus responsabilidades en la vida política. Al cumplir estas responsabilidades, los líderes de la Iglesia evitan respaldar u oponerse a candidatos. Como dijo el papa Benedicto XVI en Deus Caritas Est (núm. 28):
“No es tarea de la Iglesia el que ella misma haga valer políticamente esta doctrina: quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales”.
La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia”.
No es que nuestra conciencia simplemente aparezca cuando nacemos. Tienen que desarrollarse, crecer, madurar y estar formadas mientras la persona camina por la vida. Para el católico, esa formación dura toda la vida entera y los maestros oficiales de la Iglesia tienen una gran parte en ese proceso. Hace falta mucho tiempo, aprendizaje, oración, experiencia y conversación para que los católicos puedan juzgar razonablemente sobre las situaciones reales de la vida y estar preparados para hacer buenas decisiones con conciencias bien formadas cuando las oportunidades se presentan.
Para los católicos, esa preparación empieza con un deseo de querer conocer la verdad sobre lo bueno y lo malo. “Hacer el bien y evitar el mal” es un principio humano moral fundamental que debe apoyar decisiones y acciones para todo ser humano, no solamente los católicos. Combinado con la Sagrada Escritura y la enseñanza católica autoritativa de la Iglesia, los católicos forman la conciencia específicamente para que, mientras examinen los hechos e información en las situaciones de la vida al encontrarse frente a ellas, puedan entonces discernir piadosamente la voluntad de Dios “en el ámbito público”.
La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos ofrece dirección a los católicos estadounidenses – de nuevo, incluyendo a todos los bautizados (el clérigo ordenado además de los laicos) – en su documento “Formando conciencias para ser ciudadanos fieles: un llamado a la responsabilidad política de los obispos católicos de Estados Unidos” (FCFC por sus cifras en inglés), que se actualiza y transmite regularmente antes de cada elección nacional. Es “el guía del votante” solamente en el sentido de que presenta los principios racionales humanos y doctrinales de la enseñanza moral y social. De ninguna manera respalda a partidos, plataformas ni agendas políticos, ni a candidatos políticos.
Dado que nos afrontan muchos asuntos morales humanos y mucho más públicamente durante el tiempo antes de cada elección, es importante notar que los asuntos morales no tienen el mismo peso. “Utilizando el “FCFC” como recurso fundamental, aquí les comparto unos de asuntos morales más importantes según lo que cree y enseña la Iglesia y que, junto con una conciencia bien formada, cada católico debe considerar seriamente y tomar en cuenta en las decisiones que toman:
1. Asuntos que afectan la vida humana directamente. Cada vida humana es sagrada, desde la concepción hasta la muerte natural. Eso ha sido y sigue siendo firme en las enseñanzas católicas fundadas en la razón humana y, entonces, es nuestro principio más básico como católicos. “FCFC” afirma que “La amenaza del aborto sigue siendo nuestra máxima prioridad, porque ataca directamente a la vida misma, porque tiene lugar dentro del santuario de la familia y por la cantidad de vidas destruidas. Al mismo tiempo, no podemos descartar o ignorar otras graves amenazas para la vida y la dignidad humanas, como el racismo, la crisis ambiental, la pobreza y la pena de muerte” (Nota introductoria). La Iglesia Católica enseña que todas estas prácticas tienen consecuencias morales profundas.
2. Libertad religiosa. La Constitución de los Estados Unidos proteja la libertad religiosa en su Primera Enmienda. Incluye no solamente nuestra libertad de celebrar la fe sino también nuestra libertad de creer en (¡o no creer en!) y practicar nuestra fe como estadounidenses. La Iglesia enseña que se debe hacer todo lo posible para preservar y apoyar la libertad religiosa. Los individuos y comunidades de fe no deben sufrir de la persecución religiosa.
3. Matrimonio tradicional y vida familiar. Hay un movimiento creciente en nuestro país para “redefinir el matrimonio”. La Iglesia enseña que la unión fiel entre un hombre y una mujer es la fundación de la familia y que, como elemento esencial central de una sociedad e Iglesia próspera, se debe proteger y preservar el matrimonio tradicional y la vida familiar.
4. Disparidad entre ricos y pobres. La gran mayoría de los recursos del mundo está en las manos de un pequeño porcentaje del pueblo. Los presupuestos federales tienen implicaciones morales y deben priorizar a los más pobres y vulnerables entre nosotros. Ver el desempleo, a personas viviendo sin casa o sin la posibilidad de alcanzar viviendas dignas y adecuadas es demasiado común de por todo nuestro país, especialmente en las ciudades grandes. Se debe confrontar y responder a estas situaciones para asegurar la justicia económica para todos.
5. Reforma migratoria. Las personas no documentadas que viven en los Estados Unidos merecen el respeto y la compasión humana. El problema migratorio ha existido desde hace mucho tiempo en nuestro país y requiere una respuesta compasiva por nuestros líderes elegidos.
6. Racismo y desigualdad. La Declaración de Independencia afirma que todos “son creados iguales” y que son “dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. La Iglesia opone “toda opresión y toda injusticia”. Eliminar el racismo, intolerancia, discriminación, y desigualdad es una meta que anhelamos alcanzar en nuestras vidas.
7. Violencia, odio, y crímenes. La sociedad tiene el deber de proteger y defender a sus miembros frente a la violencia, el odio y el crimen. “No se puede vencer la violencia con la violencia. ¡Se vence la violencia por la paz! Por la paz, por trabajar con dignidad para ayudar que su patria avance (Papa Francisco, “Comentarios” en el Centro Phoenix, Belén, 26 de mayo, 2014).
8. Proteger el medio ambiente. El papa Francisco ha declarado imperativo moral contemporánea la mayordomía de la tierra, nuestra “casa común”. “Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos ... No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada … la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite y más allá del límite ... no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad (Papa Francisco, encíclica “Laudato Si’: Sobre el Cuidado de la Casa Común”, 2015, números 53, 67, 106, 205). El progreso en cuanto proteger el medio ambiente está en nuestras manos, pero especialmente en las manos que quienes nos gobiernan.
Los títulos precedentes no representan ninguna lista completa de asuntos morales de mayor preocupación a la Iglesia Católica en nuestro país. La guerra y la paz, las relaciones internacionales, las opciones educacionales, la reforma del cuidado de salud, el uso de los medios imprenta, transmitidos y digitales y tantas otras preocupaciones sociales merecen nuestra atención como católicos. Nuestro proceso de hacer decisiones debe ser acompañado por el estudio cuidadoso, dialogo civil y reflexión piadosa mientras consideramos nuestro apoyo por algún partido y candidato político ahora que se acercan las elecciones.
Como católicos estadounidenses, nos dirigimos a la Iglesia y sus maestros oficiales para una presentación y aplicación clara, cuidadosa y consistente para los principios que apoyan, aportan y protegen nuestras enseñanzas católicas morales y sociales para que el bien común, la verdad, la justicia y la paz sean realizados, preservados y avanzados en la sociedad estadounidense. No debemos esperar que los obispos, clérigo ordenado ni otros líderes eclesiales nos digan por quien votar o no.
Que Dios, en quien confiamos, bendiga a los Estados Unidos de América, y que nosotros, como católicos, ¡formemos nuestras conciencias para ejercitar una ciudadanía fiel!